20/12/11

Maduramos con los daños, no con los años.

Y de repente caes. Tocas subsuelo, y sigues bajando. Intentas mantenerte un poco, pero no puedes. Todo te supera, es más fuerte que tú la agonía. Cuanto más bajas, más lejos quedan las ganas de sonreír, de soñar, de querer, de valorar, de prometer...las ganas de todo, empiezan a distanciarse de ti, hasta que quedan a kilómetros. Y entonces, no sientes nada. Te crees inmune, pero no. Llegado ese punto, estás peor que nunca.
Porque cuando estas mal, puedes volver a sonreír poco a poco. ¿Pero si no sientes nada?
Si, si. Esta es la parte de la historia en la que aparece una persona que te enseña a ser fuerte, a volver a sentir cada sonrisa, a vivir cada día como si fuese el último. Pero esto es diferente. Por más que espero, no llega nadie. Y las pocas personas que pensaba que había, se van disipando con el tiempo. Como el humo del tabaco, está ahí, puedes olerlo, notas como molesta a tus ojos, hasta que desparece. ¡CHAS! Ya no lo ves, no está. Y es cuando empieza a joderte. Pues lo mismo pasa con las amistades; crees que tienes suficientes amigos, que nunca estarás sola. Y todo se convierte en una monotonía: caes una vez, y están ahí y tú estás para ellos; caes otra vez, y siguen ahí y tú estás para ellos; vuelves a caer, y están la mitad, y tú sigues estando para todos; y otra vez, pero ahora, los que quedaban ya casi ni se preocupan porque se cansan de ti, pero tu sigues estando para todos; y una vez más, caes, y todos se han cansado de soportarte, de escucharte, pero tu no fallas a nadie, jamás. Y así pasa, que cuantas más veces caigas o cuanto más muestres tu debilidad, más sola te quedas. Hasta que ya no queda nadie, y tienes que empezar de cero. Volver a creer en la gente, valorarte más a ti misma. Y cuando vuelvas a subir a flote, tú sola, serás más feliz que nadie. Y entonces, todos pensarán que eres una puta egocéntrica. Intentarán hacerte culpable una y otra vez de cosas sin sentido, te dirán que has fracasado, que les has fallado, que no eres la misma, que no te reconocen, que ya no vales la pena, hasta que te sientas una mierda, y vuelta al principio. Pero llegará un día, en que os tragareis todas vuestras palabras y estupideces, el día que me canse. Y ese día, está cerca, y entonces podréis decir bien alto, que no me reconocereis. Porque os trataré como vosotros me tratasteis a mi, seré más fuerte que todos vosotros juntos. Es más, ya empiezo a serlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario