Me empiezo a preocupar, lo juro, no sé ni cómo lo habrás hecho,
pero has coseguido que las cosas cambien de una manera increíble. Has
conseguido pasar de ser algo totalmente insignificante, a una necesidad
para mí. Me reía, me reía de mí y ellos, de aquéllos que me dijeron éso
hace tan solo un par de días, pero sinceramente, hoy lo acabo de
descubrir. Me empiezo a preocupar de mi salud mental, porque llevo como ciento cincuenta noches seguidas soñando contigo, porque tardo unos dos segundos
en pensarte desde que mis ojos levantan sus persianas. Porque a veces me
recorre sin sentido algo, una sensación que me aterra y me deja
abandonada. Me empiezo a preocupar porque sin motivo alguno he llorado
por ti más de lo que he llorado por nadie, porque contigo me he dado
cuenta de que soy una celosa patológica, de que solamente estoy
completamente feliz si te tengo a dos centímetros. Me empiezo a
preocupar porque me haces daño con palabras que no tienen esa intención,
porque me empieza a importar demasiado el qué haces, el qué dices, y
sobre todo lo qué no haces ni dices. Porque a veces me aterra la idea de
que ésto para ti sólo sea un juego, un juego con un ganador y un
perdedor, donde claramente yo soy la segunda. Me aterra la idea de que
dentro de unos dias, ésto que tenemos se haya esfumado como el humo de
los cigarros, me aterra la idea de no poder volver a perderme entre ese
olor que te caracteriza, o la idea de no volver a recorrer el
mapa de tu cuerpo, señalizado estratégicamente por tus lunares. Me
empiezo a preocupar, porque empiezo a pensar que me estoy enamorando de
ti, y que para ti, ésto sólo es una partida más, una partida más en la
que tú empezaste el juego, en la que yo continué la partida, en la que
ninguno pusimos las reglas, en la que tú estás haciendo más trampas de
lo debido, y en la que yo, voy a perder todo lo apostado.
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