Si tú quisieras...
Ten siempre la edad de tu risa.
22/11/11
Pequeños detalles que, para ella, eran mundos.
Él: ¿Te enseño mis trofeos?
Ella: Vale creido.
(Se los enseña)
Ella: Pues yo no necesito trofeos, chs.
Él: Yo tampoco los necesito, porque tú eres el mayor trofeo que me ha dado la vida
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