Es cómo una droga.
Te engancha. Con cada una de sus palabras bonitas tu sientes que puedes volar, y cuando te besa, crees estar por encima de las nubes. Deseas que siempre haga frío, para que te abraze. Y cuando lo hace, te quedarías una eternidad ahí,
entre sus brazos. Cuando te dice
te quiero, notas como un cosquilleo recorre cada poro de tu cuerpo, y es entonces, cuando darías todo lo que tienes para que ese momento no acabase nunca.
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