Y sin quererlo te convertiste en alguien imprescindible.

Como vuelvas a decirme que soy una chica fuerte, pienso gritar y gritar hasta quedarme afónica (o muda si hace falta), y sí, es una amenaza. Porque estoy cansa de ponerme una sonrisa cada vez que salgo a la calle, de guardar lágrimas bajo la almohada. Porque estoy igual de jodida que el día que decidiste salir de mi puta vida. Me duele todo por dentro. Vómitos de recuerdos bonitos y feos se amontonan en mi cabeza, desearía explotar, cómo cuando tú y yo explotamos en tu casa de sábanas blancas, o aquella vez que intentamos bailar un tango y acabamos pidándonos los zapatos. Porque te echo de menos. ¡Joder, por que te amo!